Impronte

Impronte

Descripción

Ahora, con la primera estrella Michelin, se puede decir que Francesca Mauri y Cristian Fagone dieron en el clavo, cuando llamaron su restaurante “Impronte” (huellas). Adelantaron su éxito no por arrogancia o por exceso de seguridad, sino porque estaban convencidos de que su propuesta hubiera ofrecido algo nuevo a la ciudad.

 

Una cocina con una identidad fuerte, no homologable, fruto de las experiencias y de las pasiones personales. Cristian, sobre todo, supo ya cuando era muy joven que quería cocinar y después de trabajar en varias cocinas renombradas (Miramonti L’Altro; Le Calandre) logró manejar durante tres veranos un restaurante en Lido di Camaiore. “Prefiero un tipo de cocina sencilla pero profunda - dice - que trata sacar el sabor natural de las materias primas. Uso la técnica con este fin, sin superestructuras, para llegar a la esencia jugando con las texturas y con el contraste entre los sabores, enfatizando los que normalmente en la cocina tradicional se quieren suavizar: el agrio, el amargo”. Una empresa ambiciosa, digna de los grandes cocineros. Las comidas realizadas así están dejando su huella. 

 

La mano del cocinero es muy firme, la idea de cocina se transforma en platos donde destacan los sabores profundos, el carácter, la intensidad, el equilibrio. Además, la gestión de sabores más “rebeldes” - el agrio y el amargo - se perciben, pero se dosan muy bien y se mezclan perfectamente con los demás presentes en el plato. Solo basta con probar la originalidad del pato salobre servido crudo en forma de tartare, enriquecido por el sabor intenso de los huevos de erizo de mar y terminado con sus chicharrones fritos; o bien la complejidad refinada del sabor de la alcachofa cruda y cocida, rellena de queso pecorino, anchoas y licor de limón limoncello; o también la versión de los espaguetis con mariscos enriquecidos por la presencia de gambas rosadas crudas y ostras, regalando una sensación yodata que amplifica el sabor usual de esta receta;  delicado es también el equilibrio de sabores de los raviolis rellenos de tomate y sazonados con ricotta salada, albahaca, tomates cherry “datterini” confit y granizado de limón. 

 

Los postres también destacan, desde los pastelitos (que imitan los pequeños entremeses) hasta los dessert, como la versión actualizada de “lo que ya sabía de sobra el campesino”, es decir la unión perfecta entre queso y peras. El local, fruto de la obra de reacondicionamiento de un almacén-taller, es moderno, contemporáneo, de estilo metropolitano, también en la mise en place (están preciosas las mesas de madera, sin mantel 

 

LA CUENTA: a la carta, a partir de 40 euros (dos platos) hasta llegar a 70 euros (4 platos); menú degustación de 60 a 80 euros. 

 

MÁS INFORMACIÓN: 

 

Cerrado el martes; abierto solamente por la noche (20-22.30); a la hora del almuerzo (12.30-14.30) el sábado y el domingo. 

 


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Ahora, con la primera estrella Michelin, se puede decir que Francesca Mauri y Cristian Fagone dieron en el clavo, cuando llamaron su restaurante “Impronte” (huellas). Adelantaron su éxito no por arrogancia o por exceso de seguridad, sino porque estaban convencidos de que su propuesta hubiera ofrecido algo nuevo a la ciudad.

 

Una cocina con una identidad fuerte, no homologable, fruto de las experiencias y de las pasiones personales. Cristian, sobre todo, supo ya cuando era muy joven que quería cocinar y después de trabajar en varias cocinas renombradas (Miramonti L’Altro; Le Calandre) logró manejar durante tres veranos un restaurante en Lido di Camaiore. “Prefiero un tipo de cocina sencilla pero profunda - dice - que trata sacar el sabor natural de las materias primas. Uso la técnica con este fin, sin superestructuras, para llegar a la esencia jugando con las texturas y con el contraste entre los sabores, enfatizando los que normalmente en la cocina tradicional se quieren suavizar: el agrio, el amargo”. Una empresa ambiciosa, digna de los grandes cocineros. Las comidas realizadas así están dejando su huella. 

 

La mano del cocinero es muy firme, la idea de cocina se transforma en platos donde destacan los sabores profundos, el carácter, la intensidad, el equilibrio. Además, la gestión de sabores más “rebeldes” - el agrio y el amargo - se perciben, pero se dosan muy bien y se mezclan perfectamente con los demás presentes en el plato. Solo basta con probar la originalidad del pato salobre servido crudo en forma de tartare, enriquecido por el sabor intenso de los huevos de erizo de mar y terminado con sus chicharrones fritos; o bien la complejidad refinada del sabor de la alcachofa cruda y cocida, rellena de queso pecorino, anchoas y licor de limón limoncello; o también la versión de los espaguetis con mariscos enriquecidos por la presencia de gambas rosadas crudas y ostras, regalando una sensación yodata que amplifica el sabor usual de esta receta;  delicado es también el equilibrio de sabores de los raviolis rellenos de tomate y sazonados con ricotta salada, albahaca, tomates cherry “datterini” confit y granizado de limón. 

 

Los postres también destacan, desde los pastelitos (que imitan los pequeños entremeses) hasta los dessert, como la versión actualizada de “lo que ya sabía de sobra el campesino”, es decir la unión perfecta entre queso y peras. El local, fruto de la obra de reacondicionamiento de un almacén-taller, es moderno, contemporáneo, de estilo metropolitano, también en la mise en place (están preciosas las mesas de madera, sin mantel 

 

LA CUENTA: a la carta, a partir de 40 euros (dos platos) hasta llegar a 70 euros (4 platos); menú degustación de 60 a 80 euros. 

 

MÁS INFORMACIÓN: 

 

Cerrado el martes; abierto solamente por la noche (20-22.30); a la hora del almuerzo (12.30-14.30) el sábado y el domingo.