Macelleria Fracassetti

Macelleria Fracassetti

Descripción

La historia de la Macelleria Fracassetti es muy larga y pasa a través de varias generaciones. Con el Distretto Urbano del Commercio encontramos a Marco, el dueño actual de este negocio, para conocerlo mejor. 

Luigi Fracassetti, del pueblo de Mornico al Serio, comerciaba huevos y pollos cuando en Bérgamo, precisamente en via Guglielmo d’Alzano, encontró a su Adele, que tenía una tienda de frutas y hortalizas. 

Se enamoró de ella, pero para poder casarse tuvo que cumplir con un pedido muy claro: “Tienes que tener una tienda, ¡de lo contrario no voy a casarme contigo!”

De esta manera en 1952, por nada menos que 280 mil liras, compró un pequeño local en el corazón de Città Alta y montó allí una pollería - carnicería. Poco después, en el barrio abrieron siete más. De esas, hoy queda solamente la Macelleria de Marco Fracassetti, uno de los cuatro hijos de Luigi y Adele. 

La pareja quiso que todos sus hijos estudiaran para que se graduaran. El padre creía en la importancia del trabajo y de la cultura, ambos querían que sus hijos fueran libres de escoger su propio camino: estudiaron medicina, economía, matemática y lenguas extranjeras. 

Al final, Marco quiso continuar la actividad de sus padres. Desde que era niño,  igual que sus hermanos, cada noche a las nueve bajaba a la tienda para trabajar: se desplumaban los pollos, se cortaba la carne y todos sabían hacer de todo. Sin embargo, el estudio siempre era lo más importante.  

Como suele ocurrir a menudo, la transmisión del negocio de una generación a la otra no fue fácil y Marco tuvo que aclarar que a partir de allí hubiera continuado a solas: “Le dijo a mi mamá: ¡o tù o yo! 

Marco podía confiar en su mujer Nadia, que para seguirlo había decidido abandonar su querida profesión - tantos años después, todavía nos dice con orgullo: “Yo soy enfermera profesionista”. 

Nadia es amable y reservada, lleva treinta años al lado de Marco, de noche y de día. “No sé si ha sido bueno o no, pero hoy nos entendemos con una mirada” dice. 

Si él es un auténtico hombre de negocios, que acoge a sus clientes que entran para comprar queso y les saluda después de venderle un filete, ella sin que casi se oiga su voz, nos confiesa: “Yo soy negada...¡Casi regalaría la carne!  

Marco es un hombre generoso y exuberante, al cual le gusta cuidar a los más frágiles y siempre regala una sonrisa y una palabra cariñosa. 

Es suficiente estar media hora en su tienda para entender que este sitio es igual que un hogar por los llamados “cittaltini”, los habitantes de Città Alta: alguien pasa para dejar un juego de llaves, otro para registrarse al centro de recreo de verano de la parroquia, otro para llevar una partitura o los manifiestos del próximo concierto en la plaza. Saben que Marco siempre está a disposición y mientras que sigue trabajando, nunca se olvida de preguntar qué tal con el dolor de espalda de la señora Maria, o de congratularse con una joven mujer por su bebé. 

Si por un instante sale de la tienda, es para saludar a alguien o para bromear o para reflexionar un poco sobre Città Alta, los turistas y los habitantes: “Entre hoy e ayer han pasado cuatrocien cincuenta Suizos y yo estoy feliz: ¡nuestra ciudad está preciosa y es preciso hacerla conocer! 

A veces, entre el corte de un queso fresco y de una loncha de Taleggio, alguien entra cantando “Nessun dorma” y Marco le sigue rápidamente y en voz alta, sin fallar una nota. El canto es su pasión: empezó en el coro de Santa Maria Maggiore con Don Pedemonti y hoy forma parte de nada menos que cuatro coros, también un grupo de gospel. Sin embargo - subraya él - hace unos meses tiene un nuevo amor: “¡Empecé a tocar el saxofón!”  

La Macelleria Fracassetti, con sus espléndidos escaparates ricos de productos gastronómicos locales, es una auténtica tienda de vecindario, con una importante función social de relaciones de barrio, que con valentía desafía los cambios sociales y la presencia cada vez mayor de las cadenas de supermercados, de los centros comerciales y de las compras en Internet. 

Marco se considera afortunado, porque pudo cumplir con un andén en el que cree mucho: “Hagas bien mientras que eres joven”. Pero añade: “En nuestra época ha sido más fácil ponerse listos para el futuro”.

 


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La historia de la Macelleria Fracassetti es muy larga y pasa a través de varias generaciones. Con el Distretto Urbano del Commercio encontramos a Marco, el dueño actual de este negocio, para conocerlo mejor. 

Luigi Fracassetti, del pueblo de Mornico al Serio, comerciaba huevos y pollos cuando en Bérgamo, precisamente en via Guglielmo d’Alzano, encontró a su Adele, que tenía una tienda de frutas y hortalizas. 

Se enamoró de ella, pero para poder casarse tuvo que cumplir con un pedido muy claro: “Tienes que tener una tienda, ¡de lo contrario no voy a casarme contigo!”

De esta manera en 1952, por nada menos que 280 mil liras, compró un pequeño local en el corazón de Città Alta y montó allí una pollería - carnicería. Poco después, en el barrio abrieron siete más. De esas, hoy queda solamente la Macelleria de Marco Fracassetti, uno de los cuatro hijos de Luigi y Adele. 

La pareja quiso que todos sus hijos estudiaran para que se graduaran. El padre creía en la importancia del trabajo y de la cultura, ambos querían que sus hijos fueran libres de escoger su propio camino: estudiaron medicina, economía, matemática y lenguas extranjeras. 

Al final, Marco quiso continuar la actividad de sus padres. Desde que era niño,  igual que sus hermanos, cada noche a las nueve bajaba a la tienda para trabajar: se desplumaban los pollos, se cortaba la carne y todos sabían hacer de todo. Sin embargo, el estudio siempre era lo más importante.  

Como suele ocurrir a menudo, la transmisión del negocio de una generación a la otra no fue fácil y Marco tuvo que aclarar que a partir de allí hubiera continuado a solas: “Le dijo a mi mamá: ¡o tù o yo! 

Marco podía confiar en su mujer Nadia, que para seguirlo había decidido abandonar su querida profesión - tantos años después, todavía nos dice con orgullo: “Yo soy enfermera profesionista”. 

Nadia es amable y reservada, lleva treinta años al lado de Marco, de noche y de día. “No sé si ha sido bueno o no, pero hoy nos entendemos con una mirada” dice. 

Si él es un auténtico hombre de negocios, que acoge a sus clientes que entran para comprar queso y les saluda después de venderle un filete, ella sin que casi se oiga su voz, nos confiesa: “Yo soy negada...¡Casi regalaría la carne!  

Marco es un hombre generoso y exuberante, al cual le gusta cuidar a los más frágiles y siempre regala una sonrisa y una palabra cariñosa. 

Es suficiente estar media hora en su tienda para entender que este sitio es igual que un hogar por los llamados “cittaltini”, los habitantes de Città Alta: alguien pasa para dejar un juego de llaves, otro para registrarse al centro de recreo de verano de la parroquia, otro para llevar una partitura o los manifiestos del próximo concierto en la plaza. Saben que Marco siempre está a disposición y mientras que sigue trabajando, nunca se olvida de preguntar qué tal con el dolor de espalda de la señora Maria, o de congratularse con una joven mujer por su bebé. 

Si por un instante sale de la tienda, es para saludar a alguien o para bromear o para reflexionar un poco sobre Città Alta, los turistas y los habitantes: “Entre hoy e ayer han pasado cuatrocien cincuenta Suizos y yo estoy feliz: ¡nuestra ciudad está preciosa y es preciso hacerla conocer! 

A veces, entre el corte de un queso fresco y de una loncha de Taleggio, alguien entra cantando “Nessun dorma” y Marco le sigue rápidamente y en voz alta, sin fallar una nota. El canto es su pasión: empezó en el coro de Santa Maria Maggiore con Don Pedemonti y hoy forma parte de nada menos que cuatro coros, también un grupo de gospel. Sin embargo - subraya él - hace unos meses tiene un nuevo amor: “¡Empecé a tocar el saxofón!”  

La Macelleria Fracassetti, con sus espléndidos escaparates ricos de productos gastronómicos locales, es una auténtica tienda de vecindario, con una importante función social de relaciones de barrio, que con valentía desafía los cambios sociales y la presencia cada vez mayor de las cadenas de supermercados, de los centros comerciales y de las compras en Internet. 

Marco se considera afortunado, porque pudo cumplir con un andén en el que cree mucho: “Hagas bien mientras que eres joven”. Pero añade: “En nuestra época ha sido más fácil ponerse listos para el futuro”.