Associazione Sezione Aurea "I Teatri dei Bambini"

Associazione Sezione Aurea "I Teatri dei Bambini"

Descripción

Según Paolo Grassi el teatro era una necesidad colectiva y lo consideraba como un servicio público y un bien primario de los ciudadanos, igual que los bomberos. 

Esta misma opinión ha empujado Tiziana Pirola - nacida en 1957 “como Miguel Bosè” dice - a tomar su largo camino de actriz primero, luego de organizadora de espectáculos teatrales para niños, tratando siempre unir estas actividades con la red social del territorio. Por eso una actividad que se ocupa de cultura, con su sede en el Auditorium de Piazza Libertà, forma parte activamente de las actividades comerciales de Bérgamo.  

En compañía del Distretto Urbano del Commercio encontramos a Tiziana, para que nos contase la historia de su actividad. 

“La dicotomía entre comercio y arte no tiene sentido: ambos tienen la misma dignidad y siempre actuaron juntos. ¡Invertir en el arte es algo muy concreto!” enfatiza Tiziana con su típica energía y su expresión peculiar que en la ciudad muchos conocen muy bien. Y continúa: “El teatro es la humanidad, es el cuento que uno hace sobre sí mismo. Es lo que hace que estar en este mundo sea más agradable. Igual que la comida y las actividades comerciales. No hace falta ponerse en conflicto. Todos tenemos que actuar para crear una vida mejor para nosotros, juntos”. 

La suya ha tomado un camino muy inusual a finales de los años Setenta: entonces, Tiziana estudiaba Ley y trabajaba en el despacho del notario Mangili. Sin embargo, en el mismo palacio había la sede del grupo teatral de Marco Rota, y como a ella le gustaba hacer más que una cosa a la vez, a los veinte y cuatro años empezó a atender las clases de recitación. 

Aunque su maestro le tomaba el pelo, diciéndole que ya estaba demasiado vieja por el teatro y que tenía que entender si este era su verdadero camino, dentro de poco tiempo dejó su trabajo seguro para algo incierto, y sobre todo para un tercio del sueldo del notario. 

“En ese periodo los artistas se consideraban igual que los trabajadores temporales agrícolas. No existían contratos de duración indefinida”. 

 

Aún así, con determinación y testarudez, durante más de diez años hizo la actriz, actuando más papeles organizativos a la vez: “Había crecido con un padre jefe de obras: cuando era niña no jugaba con las muñecas: ¡construiba casitas con el mármol y mortero!” dice con orgullo. “Había crecido en un mundo de varones y entendí que para que las cosas funcionaran bien necesitaba cierta ‘inteligencia operativa’. Iba de gira con la calculadora. He hecho declaraciones fiscales por toda parte de Italia” nos explica riendo. 

Durante esos años profundizó sus competencias técnicas y legislativas, hasta que a mitad de los años Ochentas llegó a gestionar el Auditorium, las primeras reseñas teatrales y poco después a fundar la cooperativa Sezione Aurea con el fin de regularizar todos los trabajadores. 

Tiziana es una mujer impetuosa, habla rapidísima, contando un montón de anécdotas. “En la compañía me odiaban - dice, con una pizca de orgullo - y durante los largos viajes en coche, cuando todos querían descansar, yo hablaba. ¡Decían que tenía que ir a un colegio suizo!

Durante casi cuarenta años de trabajo ha tenido muchos maestros, algunas heridas, ciertas pérdidas importantes, pero mantiene el deseo firme de tomarse la vida a la ligera. Por ella, parece que a veces los seres humanos se olvidan que “se muere. Todos. La soberbia no sirve para nada”.  

Tiziana cree que las palabras son importantes y las selecciona con atención, a veces se divierte utilizando las más elegantes y desusadas para “provocar reacciones” en los que la escuchan.  

Por ella, el teatro es un alto que todos tendrian que hacer, “un momento de escucha que regalas a ti mismo”. 

La difusión del teatro, igual que del cuento de la historia, por ella representan una responsabilidad cultural de todo el mundo.  

Por eso Tiziana actúa para llevar el teatro por todas partes, para involucrar cada vez más personas y compañeros de viajes, sean políticos, empresarios, estudiosos, gente común. 

Para dar paso a las narraciones, para contar una historia y volver a leerla y para recordarnos que - igual que en el teatro - todos, tanto el público como los actores, tienen la misma dignidad.  

 

El domingo va a empezar la edición número 31 del festival “I teatro dei bambini - Los teatros de los niños” que ella sigue organizando, incansable, y mientras que promociona esta iniciativa ya está pensando en algo más. 

A su lado se encuentra Luca Loglio, joven director artístico de la Fundación Ravasio, con el cual creó el Museo del Burattino di Bergamo (Museo de las Marionetas) en el palacio de la Provincia, en via Tasso.  

Insiste en que visitamos el museo y en los almacenes divisamos “pupi” de Sicilia, marionetas y títeres de varias tipologías y provenientes de toda parte de Italia. Es un momento mágico y casi volvemos a cuando eramos niños.  

“¿Lo entienden? La Cultura es necesaria, porque es un medio de libertad para todos. Es la práctica de la libertad”.  

Nos enseña una gran sonrisa y eleva a Maria Scatoléra, la mamá, del Giopì y su alias en forma de marioneta.  

 


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Según Paolo Grassi el teatro era una necesidad colectiva y lo consideraba como un servicio público y un bien primario de los ciudadanos, igual que los bomberos. 

Esta misma opinión ha empujado Tiziana Pirola - nacida en 1957 “como Miguel Bosè” dice - a tomar su largo camino de actriz primero, luego de organizadora de espectáculos teatrales para niños, tratando siempre unir estas actividades con la red social del territorio. Por eso una actividad que se ocupa de cultura, con su sede en el Auditorium de Piazza Libertà, forma parte activamente de las actividades comerciales de Bérgamo.  

En compañía del Distretto Urbano del Commercio encontramos a Tiziana, para que nos contase la historia de su actividad. 

“La dicotomía entre comercio y arte no tiene sentido: ambos tienen la misma dignidad y siempre actuaron juntos. ¡Invertir en el arte es algo muy concreto!” enfatiza Tiziana con su típica energía y su expresión peculiar que en la ciudad muchos conocen muy bien. Y continúa: “El teatro es la humanidad, es el cuento que uno hace sobre sí mismo. Es lo que hace que estar en este mundo sea más agradable. Igual que la comida y las actividades comerciales. No hace falta ponerse en conflicto. Todos tenemos que actuar para crear una vida mejor para nosotros, juntos”. 

La suya ha tomado un camino muy inusual a finales de los años Setenta: entonces, Tiziana estudiaba Ley y trabajaba en el despacho del notario Mangili. Sin embargo, en el mismo palacio había la sede del grupo teatral de Marco Rota, y como a ella le gustaba hacer más que una cosa a la vez, a los veinte y cuatro años empezó a atender las clases de recitación. 

Aunque su maestro le tomaba el pelo, diciéndole que ya estaba demasiado vieja por el teatro y que tenía que entender si este era su verdadero camino, dentro de poco tiempo dejó su trabajo seguro para algo incierto, y sobre todo para un tercio del sueldo del notario. 

“En ese periodo los artistas se consideraban igual que los trabajadores temporales agrícolas. No existían contratos de duración indefinida”. 

 

Aún así, con determinación y testarudez, durante más de diez años hizo la actriz, actuando más papeles organizativos a la vez: “Había crecido con un padre jefe de obras: cuando era niña no jugaba con las muñecas: ¡construiba casitas con el mármol y mortero!” dice con orgullo. “Había crecido en un mundo de varones y entendí que para que las cosas funcionaran bien necesitaba cierta ‘inteligencia operativa’. Iba de gira con la calculadora. He hecho declaraciones fiscales por toda parte de Italia” nos explica riendo. 

Durante esos años profundizó sus competencias técnicas y legislativas, hasta que a mitad de los años Ochentas llegó a gestionar el Auditorium, las primeras reseñas teatrales y poco después a fundar la cooperativa Sezione Aurea con el fin de regularizar todos los trabajadores. 

Tiziana es una mujer impetuosa, habla rapidísima, contando un montón de anécdotas. “En la compañía me odiaban - dice, con una pizca de orgullo - y durante los largos viajes en coche, cuando todos querían descansar, yo hablaba. ¡Decían que tenía que ir a un colegio suizo!

Durante casi cuarenta años de trabajo ha tenido muchos maestros, algunas heridas, ciertas pérdidas importantes, pero mantiene el deseo firme de tomarse la vida a la ligera. Por ella, parece que a veces los seres humanos se olvidan que “se muere. Todos. La soberbia no sirve para nada”.  

Tiziana cree que las palabras son importantes y las selecciona con atención, a veces se divierte utilizando las más elegantes y desusadas para “provocar reacciones” en los que la escuchan.  

Por ella, el teatro es un alto que todos tendrian que hacer, “un momento de escucha que regalas a ti mismo”. 

La difusión del teatro, igual que del cuento de la historia, por ella representan una responsabilidad cultural de todo el mundo.  

Por eso Tiziana actúa para llevar el teatro por todas partes, para involucrar cada vez más personas y compañeros de viajes, sean políticos, empresarios, estudiosos, gente común. 

Para dar paso a las narraciones, para contar una historia y volver a leerla y para recordarnos que - igual que en el teatro - todos, tanto el público como los actores, tienen la misma dignidad.  

 

El domingo va a empezar la edición número 31 del festival “I teatro dei bambini - Los teatros de los niños” que ella sigue organizando, incansable, y mientras que promociona esta iniciativa ya está pensando en algo más. 

A su lado se encuentra Luca Loglio, joven director artístico de la Fundación Ravasio, con el cual creó el Museo del Burattino di Bergamo (Museo de las Marionetas) en el palacio de la Provincia, en via Tasso.  

Insiste en que visitamos el museo y en los almacenes divisamos “pupi” de Sicilia, marionetas y títeres de varias tipologías y provenientes de toda parte de Italia. Es un momento mágico y casi volvemos a cuando eramos niños.  

“¿Lo entienden? La Cultura es necesaria, porque es un medio de libertad para todos. Es la práctica de la libertad”.  

Nos enseña una gran sonrisa y eleva a Maria Scatoléra, la mamá, del Giopì y su alias en forma de marioneta.