Alba Abbigliamento di Mangili Giovanni

Alba Abbigliamento di Mangili Giovanni

Descripción

En el cristal del escaparate de la tienda Alba Abbigliamento en Borgo Palazzo destaca el letrero orgulloso “1966 – 2016 cinquant’anni nel Borgo”, es decir “cincuenta años en el Barrio”. 

Gianni Mangili y su mujer Marilena abrieron esta tienda de ropa en el mismo año de su boda y no lo dejaron nunca más, tampoco ahora que lo maneja su hijo Angelo, junto con su mujer Cristina.  

Al comienzo ha sido muy difícil - recuerda Gianni, como si todavía estuviera sufriendo aquel esfuerzo. Cada noche íbamos a dormir diciendo ¿pero cómo vamos a conseguirlo mañana? 

Se acuerda de la presión de los bancos y de las temporadas de “vacas flacas” alternándose con periodos más positivos y abundantes. 

No obstante eso, en ningún momento la pareja pensó en abandonar el negocio: “hay una sola manera para ir adelante, es decir trabajar bien y honestamente. Los listos no duran”. 

Gianni pertenece a una categoría de trabajadores de antaños: tenaces, incansables y resilientes. A los once años trabajaba por un comerciante al por mayor de tejidos, se ocupaba de la limpieza y de la paqueteria. “Tenía una bicicleta con dos portaequipajes, delante y detrás. Eran muy pesados…¡Que miedo que tenía cada vez! A veces empujaba los fardos de crin vegetal (utilizado para hacer los colchones) hasta el cuarto piso. 

Sin embargo, algún año después empezó con su propio refrán: “Piensa en seguir adelante, no te quejes”. 

A los catorce años empezó a trabajar con una persona que hoy llama su maestro: Mario Chinelli. “El ha sido un ejemplo importante - nos dice con ternura - siempre lo veía todo positivo y siempre acababa el trabajo. Supo contagiarme.” 

Entre una sonrisita y una mueca, nos cuenta de aquella vez que el señor Mario les pidió que llevara una estufa de hierro fundido - en su espalda - hasta el refugio de montaña Brunone. “Tienes que alcanzar la cumbre” le dijo animandolo, luego lo acompañó diciéndole “no te preocupes, queda poco: está justo después de la curva”. Hubieron un montón de curvas y no solamente para alcanzar la cumbre. La idea de mirar siempre un pedazo a la vez para él se ha convertido en un auténtico estilo de vida para hacer frente a los retos de cada día. 

Esperar e insistir son los verbos que Gianni utiliza más para describir sus cincuenta años de negocio. 

Angelo, el hijo que hoy maneja la tienda, dice que aprendió por sus padres sobre todo la tenacidad y la amabilidad y que durante los años más difíciles añadió también una buena dosis de prudencia.  

“Hoy se trabaja gracias a todo lo que ellos hicieron y gracias a las buenas relaciones que supieron construir en el barrio”. 

Por aquí han pasado primeras, segundas y terceras generaciones. “Vestimos a los niños por primera comunión, luego por sus bodas, luego vendimos ropas para sus hijos. Gianni añade con estupor: “¡Uno de los niños que pasaban por aquí para que le acompañar a ver el torrente Morla hoy es mi cardiologo!”. 

Por ellos, las prendas tienen que ser sobre todo cómodas y confortables, luego cada año la señora Marilena estudia los colores más de moda y los deseos de sus clientes. Aquí interviene Luisa - una señora elegante con el pelo rojo, cliente histórica de la tienda - y nos enseña con orgullo su mise: “Llevo solamente solamente prendas de Alba. Ella sabe lo que me gusta y cuando paso por aquí - si tiene algo nuevo - me llama para enseñarmelo”. Marisa - por todo el mundo - es Alba, pero incluso Gianni y Angelo se apodan con cariño “los Albas”. 

Su historia es una mezcla perfecta de constancia, confianza e ironia. La amabilidad es la base sobre la cual todo se ha construido: desde las relaciones con los clientes hasta las con los otros comerciantes y con los colaboradores.  

¿Cómo puede resistir una pareja trabajando juntos durante tanto tiempo? 

“Mira la aureola…- dice listo y sonriente Gianni - a veces hace falta reñir, yo me alejo, canto un poco y me encuentro mejor”. 

En cambio, por Angelo la bicicleta es el secreto. El en la hora del almuerzo se cambia y va a pedalear: “A mis amigos que me toman el pelo siempre les digo: intentalo tu a trabajar con tu mamá y con tu mujer, ¡luego dime si encuentras la energía para ir en bicicleta!

 


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En el cristal del escaparate de la tienda Alba Abbigliamento en Borgo Palazzo destaca el letrero orgulloso “1966 – 2016 cinquant’anni nel Borgo”, es decir “cincuenta años en el Barrio”. 

Gianni Mangili y su mujer Marilena abrieron esta tienda de ropa en el mismo año de su boda y no lo dejaron nunca más, tampoco ahora que lo maneja su hijo Angelo, junto con su mujer Cristina.  

Al comienzo ha sido muy difícil - recuerda Gianni, como si todavía estuviera sufriendo aquel esfuerzo. Cada noche íbamos a dormir diciendo ¿pero cómo vamos a conseguirlo mañana? 

Se acuerda de la presión de los bancos y de las temporadas de “vacas flacas” alternándose con periodos más positivos y abundantes. 

No obstante eso, en ningún momento la pareja pensó en abandonar el negocio: “hay una sola manera para ir adelante, es decir trabajar bien y honestamente. Los listos no duran”. 

Gianni pertenece a una categoría de trabajadores de antaños: tenaces, incansables y resilientes. A los once años trabajaba por un comerciante al por mayor de tejidos, se ocupaba de la limpieza y de la paqueteria. “Tenía una bicicleta con dos portaequipajes, delante y detrás. Eran muy pesados…¡Que miedo que tenía cada vez! A veces empujaba los fardos de crin vegetal (utilizado para hacer los colchones) hasta el cuarto piso. 

Sin embargo, algún año después empezó con su propio refrán: “Piensa en seguir adelante, no te quejes”. 

A los catorce años empezó a trabajar con una persona que hoy llama su maestro: Mario Chinelli. “El ha sido un ejemplo importante - nos dice con ternura - siempre lo veía todo positivo y siempre acababa el trabajo. Supo contagiarme.” 

Entre una sonrisita y una mueca, nos cuenta de aquella vez que el señor Mario les pidió que llevara una estufa de hierro fundido - en su espalda - hasta el refugio de montaña Brunone. “Tienes que alcanzar la cumbre” le dijo animandolo, luego lo acompañó diciéndole “no te preocupes, queda poco: está justo después de la curva”. Hubieron un montón de curvas y no solamente para alcanzar la cumbre. La idea de mirar siempre un pedazo a la vez para él se ha convertido en un auténtico estilo de vida para hacer frente a los retos de cada día. 

Esperar e insistir son los verbos que Gianni utiliza más para describir sus cincuenta años de negocio. 

Angelo, el hijo que hoy maneja la tienda, dice que aprendió por sus padres sobre todo la tenacidad y la amabilidad y que durante los años más difíciles añadió también una buena dosis de prudencia.  

“Hoy se trabaja gracias a todo lo que ellos hicieron y gracias a las buenas relaciones que supieron construir en el barrio”. 

Por aquí han pasado primeras, segundas y terceras generaciones. “Vestimos a los niños por primera comunión, luego por sus bodas, luego vendimos ropas para sus hijos. Gianni añade con estupor: “¡Uno de los niños que pasaban por aquí para que le acompañar a ver el torrente Morla hoy es mi cardiologo!”. 

Por ellos, las prendas tienen que ser sobre todo cómodas y confortables, luego cada año la señora Marilena estudia los colores más de moda y los deseos de sus clientes. Aquí interviene Luisa - una señora elegante con el pelo rojo, cliente histórica de la tienda - y nos enseña con orgullo su mise: “Llevo solamente solamente prendas de Alba. Ella sabe lo que me gusta y cuando paso por aquí - si tiene algo nuevo - me llama para enseñarmelo”. Marisa - por todo el mundo - es Alba, pero incluso Gianni y Angelo se apodan con cariño “los Albas”. 

Su historia es una mezcla perfecta de constancia, confianza e ironia. La amabilidad es la base sobre la cual todo se ha construido: desde las relaciones con los clientes hasta las con los otros comerciantes y con los colaboradores.  

¿Cómo puede resistir una pareja trabajando juntos durante tanto tiempo? 

“Mira la aureola…- dice listo y sonriente Gianni - a veces hace falta reñir, yo me alejo, canto un poco y me encuentro mejor”. 

En cambio, por Angelo la bicicleta es el secreto. El en la hora del almuerzo se cambia y va a pedalear: “A mis amigos que me toman el pelo siempre les digo: intentalo tu a trabajar con tu mamá y con tu mujer, ¡luego dime si encuentras la energía para ir en bicicleta!