Cornello dei Tasso
Donde se ha parado el tiempo

Un paseo a lo largo de la Via Mercatorum, para descubrir las raíces y la historia del servicio de correos. Sin olvidar de satisfacer el paladar con los “casonséi” y el “formai de mut”.

¿Dónde se emití el primer sello del mundo ? En Cornello dei Tasso, en la municipalidad de Camerata Cornello.


Este precioso burgo de la Val Brembana, que se alcanza solo a pie a través de un trecho de la antigua Via Mercatorum (la ruta que unía Bérgamo y la Valtellina hasta el Siglo XVII), ligó su nombre con él de los Tasso. Esta antigua familia es conocida sobre todo por ser la cuna de Torquato Tasso, autor de la Jerusalén Liberada, pero pocos saben que aquí nació una de las primeras empresas multinacionales europeas, la del servicio del correos entre el imperio alemán y los otros países de Europa.

 

Las varias ramas de la casa de los Tasso jugaron en un primer momento un papel importante en la fundación y en el manejo de la Compañía de los Correos de la Serenísima, y luego se les pidió de organizar los Correos pontificios.
Entretanto, otros Tasso se adjudicaban las primeras contratas para las comunicaciones postales en Tirol, y de esa manera crearon una densa red de conexiones entre centenares de ciudades europeas. Solían transportar correspondencia y objetos preciosos, así como los ingresos tributarios (las tasas); de este tipo de servicio y de su nombre deriva – de hecho – él del actual “taxi”. El Muséo de los Tasso y de la Historia del Correo está dedicado a esta aventura.
Cornello es una verdadera joya, y hay que visitarla dando un agradable paseo, empezando por la parte inferior donde se encuentran las casas construidas justo en la orilla del río. Yendo hacia arriba, se halla la calle porticada, una genuina maravilla hecha de piedra y con el techo de madera, el verdadero centro comercial del burgo. Más arriba se encuentran las residencias de los señores, mientras que encima se recorta el “palacio de los Tasso”, recuperado desde hace poco, que tenía función de guardia hacia el valle.
Por supuesto, no se pueden visitar estas zonas sin probar los casonséi, raviolis caseros rellenos de pan rallado, queso, huevo, ajo y perejil, y sazonados con mantequilla y salvia, así como la indefectible polenta que aquí se prepara “cunsada”, o sea cortada en piezas y rematada con Taleggio fresco, nata, mantequilla y salvia.