Castillo S. Vigilio

Castillo S. Vigilio

Descripción

Símbolo bien visible del poder, el Castillo de San Vigilio ha sido residencia de los distintos señores de Bérgamo durante siglos. Puesto a 496 metros de altura en la colina que lleva el mismo nombre, domina la Ciudad Alta – Città Alta – y por eso solía desempeñar un papel estratégico en caso de ataques enemigos. Desde su cumbre, de hecho, es posible ver el cercano Monte Bastia y los pueblos del antiguos Valle Breno (llamados hoy Valbrembo y Paladina), junto con la llanura de Almenno, conocida como “Lemine”, que tenía en el pasado un gran peso comercial, y los burgos situados a lo largo de la calle llevando al comienzo del Valle Brembana. Este panorama tan espectacular y vasto abarca incluso una amplia porción de los Prealpes. La planta del edificio es muy singular: se parece a una estrella, con los cuatro torreones nombrados Castagneta, Belvedere, Del Ponte y San Vigilio. Además, sus subterráneos son extremamente complejos: se halló incluso una galería, parcialmente transitable, que pone directamente en comunicación el Castillo con la parte norte de las Murallas, dentro del Fuerte San Marco. 



Las primeras informaciones sobre una fortificación en la Colina se remontan al siglo VI después de Cristo, aunque no se descarta la presencia de otras estructuras de época romana. En 889, el futuro rey de Italia Arnolfo de Carintia decidió conquistarlo, quitándoselo a la comunidad religiosa presente desde hace el siglo VI, la cual había levantado una pequeña fortaleza nombrada Castello della Cappella (“Castillo de la Capilla”), llamada así por la capilla dedicada a Santa María Magdalena.
Entonces el lugar se convirtió en una guarnición militar de gran importancia estratégica, hasta el punto de que en 1166 el Consejo Municipal de la ciudad de Bérgamo decidió edificar allí un castillo más grande del anterior. Gracias a las intervenciones del Ducado de Milán en el Siglo XIV y sobre todo de la República de Venecia en el Siglo XVI, el Castillo de San Vigilio fue ampliado y reforzado aún más. Se realizaron muchos cambios, como los cuatro torreones equipado con cañoneras y troneras, conectados entre ellos a través de una gran muralla de defensa de forma poligonal, junto con un fosado de protección. Durante el siglo XVI se llevaron a cabo muchos asedios por parte de los franceses y los españoles. Por eso se quiso construir un imponente cinturón de baluarte. Además, se derribó la torre central de origen medieval, para permitir un mayor flujo de presidios militares, e incluso de construyeron los alojamientos de los soldados y la casa del castellano.
Ya a finales del siglo XIX se empezó a considerar el Castillo como destino turístico: la estructura fue comprada por la familia Soregaroli para abrir un restaurante. Se trató casi de una premonición, porque hoy en día la Colina de San Vigilio, con sus dos restaurantes de lujo, es uno de los destinos ideales si quieres disfrutar con una cena romántica, también gracias a la atmosfera de sueño que regala la funicular de San Vigilio, construida en 1912 para poner en comunicación la Colina con la Puerta Sant’Alessandro.
Después, el Ayuntamiento de Bérgamo adquirió el Castillo y lo abrió al público en 1962, mientras que la funicular, fuera de servicio desde 1976, volvió en función en 1991.
Actualmente es posible visitar el pasaje secreto que conectaba el Fuerte San Marco con el Castillo, gracias al actividad del grupo espeleológico “Le Nottole”, que organiza visitas guiadas bajo reserva.

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Símbolo bien visible del poder, el Castillo de San Vigilio ha sido residencia de los distintos señores de Bérgamo durante siglos. Puesto a 496 metros de altura en la colina que lleva el mismo nombre, domina la Ciudad Alta – Città Alta – y por eso solía desempeñar un papel estratégico en caso de ataques enemigos. Desde su cumbre, de hecho, es posible ver el cercano Monte Bastia y los pueblos del antiguos Valle Breno (llamados hoy Valbrembo y Paladina), junto con la llanura de Almenno, conocida como “Lemine”, que tenía en el pasado un gran peso comercial, y los burgos situados a lo largo de la calle llevando al comienzo del Valle Brembana. Este panorama tan espectacular y vasto abarca incluso una amplia porción de los Prealpes. La planta del edificio es muy singular: se parece a una estrella, con los cuatro torreones nombrados Castagneta, Belvedere, Del Ponte y San Vigilio. Además, sus subterráneos son extremamente complejos: se halló incluso una galería, parcialmente transitable, que pone directamente en comunicación el Castillo con la parte norte de las Murallas, dentro del Fuerte San Marco. 



Las primeras informaciones sobre una fortificación en la Colina se remontan al siglo VI después de Cristo, aunque no se descarta la presencia de otras estructuras de época romana. En 889, el futuro rey de Italia Arnolfo de Carintia decidió conquistarlo, quitándoselo a la comunidad religiosa presente desde hace el siglo VI, la cual había levantado una pequeña fortaleza nombrada Castello della Cappella (“Castillo de la Capilla”), llamada así por la capilla dedicada a Santa María Magdalena.
Entonces el lugar se convirtió en una guarnición militar de gran importancia estratégica, hasta el punto de que en 1166 el Consejo Municipal de la ciudad de Bérgamo decidió edificar allí un castillo más grande del anterior. Gracias a las intervenciones del Ducado de Milán en el Siglo XIV y sobre todo de la República de Venecia en el Siglo XVI, el Castillo de San Vigilio fue ampliado y reforzado aún más. Se realizaron muchos cambios, como los cuatro torreones equipado con cañoneras y troneras, conectados entre ellos a través de una gran muralla de defensa de forma poligonal, junto con un fosado de protección. Durante el siglo XVI se llevaron a cabo muchos asedios por parte de los franceses y los españoles. Por eso se quiso construir un imponente cinturón de baluarte. Además, se derribó la torre central de origen medieval, para permitir un mayor flujo de presidios militares, e incluso de construyeron los alojamientos de los soldados y la casa del castellano.
Ya a finales del siglo XIX se empezó a considerar el Castillo como destino turístico: la estructura fue comprada por la familia Soregaroli para abrir un restaurante. Se trató casi de una premonición, porque hoy en día la Colina de San Vigilio, con sus dos restaurantes de lujo, es uno de los destinos ideales si quieres disfrutar con una cena romántica, también gracias a la atmosfera de sueño que regala la funicular de San Vigilio, construida en 1912 para poner en comunicación la Colina con la Puerta Sant’Alessandro.
Después, el Ayuntamiento de Bérgamo adquirió el Castillo y lo abrió al público en 1962, mientras que la funicular, fuera de servicio desde 1976, volvió en función en 1991.
Actualmente es posible visitar el pasaje secreto que conectaba el Fuerte San Marco con el Castillo, gracias al actividad del grupo espeleológico “Le Nottole”, que organiza visitas guiadas bajo reserva.